El precio de la vivienda nueva, cada vez más lejos del de la usada
A pesar de que solo una de cada diez viviendas que se compran en Puerto Rico es nueva y que el número de sus transacciones se redujo significativamente el pasado año, su precio, comparado con el de la vivienda usada, no deja de crecer.
El mercado residencial de Puerto Rico sigue mostrando una significativa evolución dual, en el que los precios medios de la vivienda nueva no dejan de subir, situándose incluso por encima de los niveles alcanzados en el boom inmobiliario, mientras que los de la vivienda usada muestran una sólida tendencia a la estabilización, con caídas mínimas respecto a los máximos del boom. Y todo ello en un contexto caracterizado por la moderación en las transacciones y una oferta de viviendas insuficiente.
El informe repasa la evolución del número de transacciones y de sus precios medios, segmentada por vivienda nueva –es decir, aquella que tiene menos de cinco años de antigüedad– y usada en el período comprendido entre 2007 –clímax de la burbuja inmobiliaria– y 2022.
Con respecto a 2021, las transacciones de vivienda nueva en 2022 han permanecido en un nivel relativamente bajo, pasando de las 71.734 compraventas a las 67.725. El informe llama la atención sobre el descenso de algo más del 6% en las transacciones de vivienda nueva en 2022, que solo representarán el 9,4% del total de transacciones de vivienda en nuestro país. Un claro indicador de la reducción en el ritmo de producción residencial motivada por la actual coyuntura económica.
Además de una oferta por debajo de las necesidades reales de vivienda, el informe apunta otras dos razones para explicar el incremento del precio de la vivienda en este período. Por un lado, la mejor calidad del producto residencial por las mayores exigencias de los compradores. Y por otro, el compromiso de las promotoras por la sostenibilidad y su disponibilidad a ofrecer una vivienda de mayor calidad. En este sentido, los autores del informe advierten que, “de ser así, se estarían comparando viviendas de distintos tipos, que no reflejarían necesariamente la variación de precio que debería establecerse para productos homogéneos”.
En cambio, la vivienda usada muestra una trayectoria del todo opuesta a la nueva. En este caso, las transacciones no solo no han disminuido, sino que han aumentado notablemente en el período analizado, sobre todo, y con independencia de algún que otro altibajo, desde 2013.